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Entrevista

Alexandra Kohan: Desafiando la norma

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Por Katherine Gallardo

Alexandra Kohan es de estatura mediana, pelo y ojos claros. En cuanto habla, resuena un acento trasandino inconfundible, que llama la atención de quienes se pasean por los conversatorios del primer Festival Internacional del Libro y la Lectura de Ñuñoa (FILL), donde fue una de las invitadas internacionales. Habla de cosas complejas, de Lacan y Freud. Pero lo hace con tal naturalidad que los hace ver cercanos, como si hablara con ellos a diario y comentaran con ella lo que pasa en el mundo.

Alexandra Kohan nació en Argentina, en donde se desempeña como docente e investigadora dentro del campo del psicoanálisis. Como autora, escribió el libro Psicoanálisis: por una erótica contra natura en 2019 y recientemente Y sin embargo el amor. Elogio de lo incierto, publicado a fines de 2020.

Esa mezcla entre literatura y psicoanálisis es parte de lo que cautiva a través de sus columnas y ensayos. En ellos no hay espacio para la condescendencia ni un apego al método convencional de hacer, sentir o pontificar. Eso es algo que deja en claro incluso al preguntarle sobre cómo promovería ella el fomento lector. “Me parece que la mejor manera de promover la lectura es no poniéndola en un pedestal y no sacralizando, ni diciéndole al resto ‘Tenés que leer´”.

– ¿Cómo le decimos al otro o a las nuevas generaciones, entonces, que es necesario leer?

Me parece que la lectura hay que transmitirla en el sentido de lo que a uno le pasa con ella. Pero sin jerarquizarla, porque en muchos discursos se plantea que la lectura y los libros son mejores que la televisión o mejores que la computadora y no siempre es así. Eso me parece que sería un buen comienzo. Los espacios donde se hable de esto son importantes.

No es el único consejo “fuera de norma” que tiene Kohan. Su propia visión del deseo, concepto que fue el lema de este año en FILL Ñuñoa, es también una crítica hacia la visión del mismo.

“El deseo es algo que uno desconoce. Uno no puede simplemente decir que desea algo, porque no todo lo que uno quiere es necesariamente ‘deseo’. El deseo es algo inconsciente. A veces no sabemos ni por qué lo hacemos o por qué deseamos tal cosa. Pero ese desconocimiento, ese deseo inconsciente es algo que ayuda a mantenernos vivos y vitales. Eso también incluye la angustia. No existe el deseo sin angustia, entonces tampoco hay que rechazar la angustia. Ambos deben convivir”, explica.

Foto por Julián Ortiz

– Respecto al deseo y feminismo, dos temas que están presente en tus libros ¿Cómo conviven ambos, sobre todo en un contexto donde ciertos discursos parecen establecer reglas?

Si hay algo que no tiene el deseo es una normativa, un protocolo o un manual de instrucciones. Me parece que muchas veces se arrasa con el deseo por pretender agobiarlo con manuales de instrucciones sobre cómo hacer las cosas. Tenemos por un lado a los movimientos emancipatorios que quieren visibilizar cosas que estaban invisibilizadas, pero no podemos pretender que a través de eso se pueda arremeter contra el deseo u otorgarle protocolos. Es al revés, los movimientos emancipatorios debieran estar contra las tendencias normativas y normalizadoras.

Algunas recomendaciones

– ¿Cuáles fueron tus libros favoritos este año?

Acabo de leer Se vive y se traduce de Laura Witttner, que es una poeta y traductora. Su libro es una especie de bitácora de traducción muy hermosa, porque habla sobre lo que le pasa a ella con las palabras y sobre cómo la traducción va inmiscuyéndose en su vida.

También leí La Otra Hija de Santiago La Rosa, un escritor argentino y me gustó muchísimo.

Ahora mismo estoy leyendo una novela que me está gustando mucho también, se llama Oslo de Martín Camaño, todos escritores argentinos.

Leo mucha literatura argentina, porque los escritores argentinos me parecen muy talentosos y también porque me gusta leer en lengua original. También leo escritores chilenos, por supuesto, leo a Lina Meruane, me gusta mucho. Alejandro Zambra también.

– ¿Cuáles son esos libros a los que siempre vuelves?

Vuelvo mucho a textos psicoanalíticos de Freud y de Lacan, vuelvo a ellos todo el tiempo. Son permanentes, están de fondo. También vuelvo muchas veces a Roland Barthes. En algún momento de la semana tiendo a volver a él. Me parece un escritor con el que me dan ganas de escribir y con el que me dan ganas de pensar. Así que diría que Roland Barthes es definitivamente el autor al que vuelvo una y otra vez.

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