Por Gerardo Jara.
Nacida el 2019 en San Javier, Córdoba, Argentina, la editorial CHAI ha surgido como una de las propuestas editoriales más interesantes de los últimos años. Su diseño monocromo, acompañado de una fotografía siempre sugerente que cubre casi la mitad de la portada, es la muestra de una renovación y actualización del panorama literario no solo en su estética, sino también en sus autores. A razón de la visita al Espacio Literario de Ñuñoa de Santiago de la Rosa, quien junto a Soledad Urquía y Federico Falco llevan a cabo esta campaña literaria llamada CHAI, conversamos con él sobre procesos, trabajos y el futuro.
Con más de tres años en labores y más de veinte títulos publicados, CHAI ha sido definida como una editorial con una voz que mantiene una conversación con sus lectores. ¿Han cambiado los temas de esa conversación? ¿Sigue CHAI haciendo las mismas preguntas? ¿Siguen sus libros respondiendo de la misma forma?
Creo que al comienzo esa conversación era un deseo, una propuesta que todavía no tenía vuelta ni interacción. A medida que fueron apareciendo más títulos de CHAI eso se fue haciendo realidad. El núcleo de la pregunta que hacemos con el catálogo, que es sobre el disfrute, sobre el equilibrio entre lo literario y lo placentero e intenso de la experiencia de lectura, no cambió. La idea sigue siendo publicar la biblioteca que querríamos tener en casa, los libros que nos entusiasma leer y compartir. La pregunta que nos hacemos frente a cada propuesta original que nos llega para leer es si vale la pena ser traducido y publicado y qué aportaría ese texto al panorama editorial en castellano. Podemos descartar títulos de autores célebres o multipremiados si no funcionan ni entusiasman en su lectura. La propuesta sigue siendo leer nuestra época, descubrir nuevas voces, entusiasmarnos con autores desconocidos para el público en castellano. La misma pregunta que formulamos en la intimidad con Soledad Urquía y Federico Falco hace cuatro años en las sierras de Córdoba sigue estando en el centro, actualizada, como cualquier conversación obliga a actualizar. La diferencia es que ahora se despliega con un público de lectores por suerte cada vez más amplio.
La editorial posee un gran número de títulos y autores que no estaban disponibles antes en español o que no habían sido reeditados. ¿Qué esfuerzos y labores les ha implicado el dar a conocer a estos autores?
Leer, elegir y editar sin condicionantes -de celebridad del autor, de vigencia de un tema, de las modas que puedan aparecer año tras año- nos lleva a descubrir autores y presentar nuevas voces. Eso implica el trabajo de instalarlos, claro, y ahí está la labor de comunicación, de prensa comercial en cada librería y con cada lector en ferias, pero por otro lado establece un pacto con los lectores que se renueva con cada título: el efecto central de esa confianza es que se busque a la editorial, que los lectores confíen en nuestro criterio y curaduría y sepan que, aunque no conozcan a un autor, están ante una lectura que les puede interesar y gustar. En ese sentido, el trabajo de diseño acompaña el proyecto literario: nuestros libros, a diferencia de la mayoría de editoriales más nuevas, apuestan por la continuidad y una identidad fuerte en las tapas.
Una editorial pensada desde el disfrute
El cuento tiene una tradición riquísima en la literatura latinoamericana, “y ni hablar de la Argentina”, dice Santiago. Sin embargo, en un retrato del panorama editorial que él toma ubicado dentro de esta misma cadena, nota que muchas editoriales dudan al momento de publicar este género. “Me parece que esto es un reflejo de toda la cadena del libro: muchas veces tienen fama de ser libros más difíciles de vender, se dice que los lectores prefieren novelas y tantas otras cosas”, deduce el editor. “Publicar a Deborah Eisenberg, Ann Beattie y Donald Antrim son lujos que pudimos darnos. Contar con un director de colección (Federico Falco) que además es un cuentista formidable permite acentuar y enmarcar los cuentos de CHAI, darle una identidad dentro del catálogo. Creo que de todas formas en la Colección Cuentos conviven búsquedas estéticas muy distintas y también generaciones diversas y hay una riqueza y diversidad propia que se manifiesta en autores como Jamel Brinkley y muy especialmente en nuestra novedad: Pequeñas bestias, de Brandon Taylor”, destaca de la Rosa.
CHAI tiene una mezcla muy grande en su equipo de traductores, provenientes de distintas escuelas, estilos y formas. También pareciera que son elegidos según carácter y afinidades literarias. ¿Cómo ha sido ese trabajo? ¿Qué dificultades y beneficios ha presentado?
Al ser una editorial pensada desde el disfrute creemos que toda la cadena que trabaja en cada libro de CHAI tiene que compartir el entusiasmo y la búsqueda. Al contratar un libro la pregunta que sigue habitualmente es “¿para quién sería tal libro?”, quién creemos que puede interesarse en la voz, hacer un buen trabajo de traducción, de escritura en castellano. Los beneficios son claros: sean escritores o no, los traductores, que leen con entusiasmo y piensan los mecanismos de un autor, seguramente hagan un trabajo más a conciencia, una búsqueda más profunda que los que cuentan las palabras para terminar. Así fue nuestra experiencia hasta el momento. Incluso muchos traductores armaron vínculos con los autores que trascienden su trabajo con CHAI.
El trabajo del editor o editora maneja un tiempo distinto al de las y los lectores y escritores. Piensa en el futuro, pero también considerando presente y pasado. De alguna manera también ustedes, al trabajar con títulos extranjeros, están dislocados de un sector o lugar. ¿Se sienten de esa manera? ¿Qué panorama sienten que hay desde lo que se escribe, publica y comenta?
Es interesante la temporalidad de una editorial, es algo que todavía estamos aprendiendo y a lo que nos tenemos que habituar. Creo que al tratarse de traducciones esto se acentúa todavía más, porque muchos de los tiempos y procesos no quedan solo del lado del autor o del editor sino que entran en juego los traductores y agentes. Hay libros que llevan dos años desde la primera lectura del original y su publicación en castellano, creo que hoy trabajamos con un promedio de quince meses. Como editores tenemos que pensar desde esa dislocación que mencionas y leer de algún modo lo que se escribe en otros países e idiomas según el panorama editorial en castellano. Hay grandes libros que pensamos que no resuenan con el mundo de los lectores latinoamericanos; preocupaciones e incluso, a veces, marcos teóricos desde donde se piensa o escribe que creemos que no funcionarían para el lector local. Nos sucede mucho, por ejemplo, con toda la corriente de escritura sobre la salud mental, donde el modo de entenderla desde la medicina y la psiquiatría anglosajona es muy distinta. También en este sentido escapamos a las modas o los tópicos que se supone que la gente quiere leer y armamos nuestro propio tiempo o agenda. Como editor uno piensa en la tradición pasada y en el catálogo futuro que uno siempre está desplegando. Se trabaja desde el presente, claro, pero es importante que sus urgencias y sus cálculos no te lleven puesto.
Desde CHAI editora ya han anunciado las novedades para este 2023, donde vuelven autores como Peter Orner, Nathalie Leger y Celia Paul. Aparecen novedades como Mi meteorito de Harry Dodge, que investiga sobre el tacto, la vulnerabilidad y las relaciones, Vida Real de Brandon Taylor, donde Wallace, un estudiante gay y negro de un pequeño pueblo en Alabama sospecha que está siendo saboteado en su investigación, y Fat City de Leonard Gardner, que trata sobre el renacer de una conocida figura del boxeo a la par con los comienzos de un amateur.
Ganas dan de encontrarnos con estos títulos, a pesar de que puedan ser no tan conocidos. ¿Cuándo llegará el próximo CHAI? No importa, acá ya iniciamos toda una conversación a través de libros por leer.